Masia Can Grau es una casa señorial catalana a la entrada del pequeño pueblo de Vilafreser, de fácil acceso en coche y en medio de un valle donde impera la paz y el silencio. Orientada al Sur, queda alzada respecto a sus tierras y se domina toda la finca. En sus campos pacen los caballos, creando perspectivas únicas desde la piscina y los jardines.
La casa ha sido restaurada para el turismo rural con un diseño poco recargado, poniendo en valor los elementos arquitectónicos valiosos ya existentes y con una clara voluntad de respeto al medio ambiente. Se han introducido materiales y soluciones sostenibles para conseguir la máxima eficiencia energética sin renunciar al confort y la funcionalidad moderna.
Es un sitio ideal para los amantes de los caballos tanto para disfrutar de una iniciación en familia como para hacer clases o excursiones, pero también largas rutas de varios días a través los magníficos paisajes del Empordà, la Garrotxa y el Pirineo.
Historia
Aunque el edificio primitivo parece ser del siglo XVI, se hicieron grandes reformas posteriormente, como los dos pórticos con vueltas que sostienen la terraza en la fachada Sur y la majestuosa puerta de entrada (actualmente tapiada) de la fachada Norte. En las lindes de piedra se observan varias fechas, como “1.720” y “1.805” pero también la inscripción “DOMINGO GRADO ME FESIT LAN 1847”.
Can Grau es una finca de referencia en la comarca y se utilizó a principios de siglo como granja tradicional. Constaba de una vivienda noble en el primer piso donde se alojaban los masoveros, para quedar finalmente en desuso hace unos 15 años. Superando su mal estado de conservación, la adquisición de la finca 2018 por los actuales propietarios, se realizó una gran reforma para adecuarla a su nuevo uso, poniendo al descubierto la belleza de su interior e integrando equipamientos para caballos en el entorno inmediato.
La Casa Rural
La primera sorpresa al llegar a Can Grau es el paisaje tan abierto que se domina desde su entrada principal. Al fondo, la cordillera del “Angels” en Girona y la montaña de la “Fortaleza” dibujan un precioso horizonte.
La masía está dividida en varios edificios, de los que el cuerpo principal ha sido rehabilitado en su mayor parte. Dispone en la actualidad de siete amplias habitaciones, todas con baño y personalidad propia. Vigas de madera, paredes de piedra y muebles restaurados se combinan con objetos tradicionales para crear un ambiente acogedor. Las habitaciones están repartidas entre la planta baja y la planta piso, respetando la estructura original de la casa. En la planta baja, tienen salida directa al jardín y en la planta piso acceso a una gran terraza exterior con magníficas vistas sobre el paisaje y los caballos en semi libertad.
Se sirven cenas y desayunos en la antigua cuadra de las vacas convertida en un espacioso comedor con chimenea. La casa cuenta con una amplia sala de estar, también con chimenea y cómodos sofás y biblioteca para las tardes de invierno. No obstante, los porches de la entrada, la terraza y los múltiples espacios ajardinados invitan a relajarse al aire libre durante todo el año en contacto con la naturaleza.
La piscina está rodeada de un césped tupido i un enlosado de piedra original, restos de la tradicional Era de las casas de campo. Al lado de un precioso y antiguo cubierto, que sirve para protegerse del sol o tomar algo a manera de espacio “chill out”.
La Finca
Diversos caminos nos invitan a descubrir los alrededores de las 14 hectáreas de la finca. Siguiendo el pequeño arroyo y el inmenso bosque que delimitan sus campos, encontrará ejemplares centenarios de robles y pinos, e incluso una antigua presa para contener las escorrentías de la lluvia.
Por otro lado, el límite Norte del edificio principal linda con el pueblo de Vilafreser, de tan sólo 16 habitantes, con su iglesia románica y su bonito campanario.
Las características de la finca han permitido integrar en el paisaje las instalaciones para los caballos, siendo la principal actividad que se organiza todos los días para niños y adultos. Se añade el color y los olores de los campos de girasoles, trigo o avena, la lavanda, los árboles frutales, y próximamente nuestra propia viña, es una inmersión en la dinámica de la naturaleza. El lugar invita también a actividades más relajadas, las sesiones de yoga, taller de mermeladas, catas de vino ecológico de la región y las terapias de masajes.